Como AT, de qué manera identificar si nuestro paciente sufre un Ataque de Pánico.


AT- Rodrigo Alvarado- Mar del Plata.


*Un ataque de pánico es una alteración momentánea del estado físico y emocional.

Inicia repentinamente y aumenta en poco tiempo y debe ser atendido de inmediato adecuadamente.
Un ataque de pánico es una alteración momentánea del estado físico y emocional que permiten enfrentar alguna amenaza, porque ponen la alerta el sistema de alarma natural que tiene el cuerpo y para quienes lo han vivido lo describen como “lo peor de su vida” y lo más grave es que quienes han sufrido un ataque, lo más probable es que sufran otros, si no son atendidos oportuna y adecuadamente.
Cuando estos eventos son frecuentes, se puede hablar de un problema de Ansiedad o de Trastorno de Pánico, que por lo general dura poco tiempo, aunque hay personas en las que se prolonga por años o desaparece y vuelve a presentarse ante alguna situación no específica.
Los síntomas aparecen de forma súbita ante algún evento y por lo general no duran más de 30 minutos, sin embargo, el impacto que dejan es muy fuerte y la persona vive con temor de que se le presente una nueva crisis.
No se sabe por qué una persona es más sensible o susceptible de sufrir un ataque de pánico que otra, pero en general afecta más a mujeres que a hombres y aunque puede presentarse a cualquier edad, prevalece en la adolescencia y después de los 45 años.
En un muy bajo porcentaje, se puede presentar como un factor genético o hereditario, pero muchas personas afectadas no presentan antecedentes familiares.
A este problema de tenerle "miedo al miedo" se le conoce como "ansiedad anticipatoria" y con frecuencia puede confundirse con un Trastorno de Ansiedad Generalizada, por lo que el diagnóstico debe ser muy acertado, para dar el tratamiento adecuado.
Los ataques pueden surgir después de una enfermedad física o mental, accidente, evento traumático como un secuestro o robo, vivencias de guerra o tortura (aunque no sean propias), estrés excesivo generado por el trabajo o la escuela, violencia familiar o por el efecto de ciertas drogas que actúan en la parte del cerebro que controla las reacciones del miedo.
La característica principal son las crisis de pánico recurrentes, que por lo general son inesperadas, espontáneas y por lo general no se relacionan con alguna circunstancia en especial, aunque en muchos casos se identifican con recuerdos traumáticos vividos. En ocasiones desaparecen y vuelven a presentarse después de algunos años.

Síntomas y tratamiento

La comprensión y calma ayuda a tratar los ataques, que son "reales" para quien los padece
Los ataques de pánico se diagnostican cuando la persona presenta más de cuatro de estos síntomas:
- Miedo intenso a morir inesperadamente o por alguna enfermedad física inexistente.
- Miedo intenso de volverse loco o de perder el control por cualquier circunstancia.
- Palpitaciones o taquicardia, es decir aumento de la cantidad y fuerza de los latidos del corazón.
- Sensación de ahogo o de opresión en el pecho, por dificultad al respirar o sentir que falta de aire.
- Sudoración excesiva y escalofríos que provocan temblores.
- Palidez y hormigueo sobre todo en brazos y piernas.
- Náuseas, vómitos y malestar abdominal.
- Mareos y desequilibrio.
- Desmayos.
- Sensación de irrealidad y de sentirse extraño o ajeno en su medio, o de sentir que no es uno mismo.
Además de los síntomas del ataque de pánico, la persona también sufre emocionalmente por vergüenza y temor al no poder controlarse, porque se altera la percepción y se exagera en la negatividad, perdiendo el sentido de la realidad y el optimismo ante la vida y la seguridad.
Las crisis se inician bruscamente y se intensifican en pocos minutos, suelen durar menos de una hora u cuando pasan sus efectos la persona queda totalmente agotada. En muchas ocasiones tiene la necesidad de salir corriendo de algún lugar o de visitar al médico con urgencia o de no volver al sitio en donde sintió una crisis alguna vez.
El miedo puede ser tal, que la persona afectada cambia su estilo de vida completamente, prefiriendo el aislamiento y la compañía constante para no quedarse sola en caso de tener que salir de su hogar, por lo que abandona sus actividades laborales o escolares y sociales de forma impresionante y desarrolla fobias a diversas cosas o situaciones, entre las que destaca la agorafobia o temor de salir a la calle.
El tratamiento, debe ser inmediato para evitar otro tipo de complicaciones físicas que se confunden con un ataque cardiaco o mental que pueden llevar al suicidio o a la violencia.
Incluye terapia cognitiva-conductual y el uso de medicamentos para controlar y prevenir los ataques de pánico y en la actualidad existen varios de uso controlado que se utilizan con todo éxito en poco tiempo.
La terapia debe ser muy cuidadosa, porque sus efectos pueden ser negativos al restarle importancia al evento o al decir que “todo es producto de la imaginación”, y no de una enfermedad.
Es importante comprender que lo que afecta a la persona es “real” para ella, y debe tener toda la paciencia, comprensión y ayuda posible, permitiendo su desahogo al dejarlo hablar de sus temores.
Frecuentemente el origen de los ataques está en la depresión o en el abuso del consumo de bebidas alcohólicas o de drogas, por lo que el problema debe solucionarse desde la base.
Para ayudar a los enfermos a controlar el ataque de pánico, se debe hablar con ellos con mucha tranquilidad, comprendiendo su problema y explicando y demostrando que no hay motivo aparente para tener miedo. Lo importante es infundir seguridad y tranquilidad.


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