¿QUE ES EL ALZHEIMER?


FUENTE: REVISTA DE PSIQUIATRÍA 2015



Enfermedad progresiva e irreversible que ocasiona la pérdida gradual de la memoria, el juicio y el habla entre otras cosas y que requiere de amor, tolerancia y paciencia para brindar una vida digna

La enfermedad de Alzheimer es un trastorno cerebral, pero a pesar de ser la forma más común de demencia entre las personas mayores, no es parte de la etapa normal de envejecimiento, por lo que no necesariamente todos los ancianos la llegan a padecer.

Afecta las zonas del cerebro que controlan la conducta, el pensamiento, la memoria y el lenguaje, que se van deteriorando poco a poco.
Es una enfermedad lenta, que comienza con alteraciones bioquímicas en las células cerebrales, y lleva a problemas de memoria, terminando con un severo daño cerebral por la muerte de neuronas que lleva a la pérdida total de la autonomía de la persona.
El curso que toma la enfermedad y la velocidad en que ocurren los cambios varía de persona a persona. En promedio, las personas afectadas viven entre 8 y 10 años después de que se les ha diagnosticado, aunque en algunos casos esta puede durar hasta 20 años.

La causa es multifactorial. Un patrón muy importante es el factor hereditario, así como los hábitos nutricionales, traumatismos, alcoholismo, hipercolesterolemia, factores cardiovasculares, pobre actividad mental y hasta el nivel escolar bajo.
Aunque sus causas son desconocidas y hasta ahora no se conoce ninguna curación, sí se han identificado algunas medidas para el control y el cuidado de los enfermos que favorecen, por un lado, la calidad de vida de los enfermos y por el otro orientan la forma de actuar de las personas que los cuidan y protegen.

Esta enfermedad generalmente se manifiesta después de los 60 años y el riesgo aumenta con la edad ya que más o menos el 3% de hombres y mujeres entre los 65 y los 74 años la padecen y casi la mitad de los hombres y mujeres de 85 años y más pueden tenerla, siendo más común en las mujeres que en los hombres.
La enfermedad de Alzheimer, recibe su nombre por el médico alemán Alois Alzheimer, neurólogo que la descubrió a principios del siglo XX, cuando notó cambios en el tejido cerebral de una mujer que había muerto de una rara enfermedad mental.

Desde entonces se ha estado investigando sobre esta enfermedad para poder algún día tratar de prevenirla o controlarla de tal forma que mejore la calidad de vida de quienes la padecen y sus familiares. El especialista que debe tratar esta enfermedad de un neurólogo.


ORIGEN Y CAUSAS


La edad y la historia familiar son los factores de riesgo conocidos más importantes de la enfermedad de Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer se presenta cuando las llamadas "placas de amiloide" y una masa confusa de fibras existentes en el cerebro se aglutinan formando marañas de células nerviosas anormales, que se conocen como "enredo de neurofibrillas".
Los científicos también han encontrado una pérdida considerable de células nerviosas en áreas del cerebro que son vitales para la memoria y otras habilidades mentales y disminución en el nivel de los químicos del cerebro, responsables de la transmisión de mensajes entre las células nerviosas, lo que altera los procesos normales de pensamiento y memoria.
Algunos estudios han revelado la presencia entre placas y la maraña de células de una sustancia anormal llamada proteína amiloidea que se piensa puede ser productor de alguna infección rasgo genético o de toxinas ambientales.
La edad y la historia familiar son los factores de riesgo conocidos más importantes de la enfermedad de Alzheimer ya que los científicos creen que la genética puede jugar un papel importante en muchos casos de esta enfermedad.
Por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer familiar, normalmente se manifiesta en personas entre los 30 y los 60 años de edad y puede ser hereditaria. Sin embargo, en la forma más común del Alzheimer que se presenta a edad más avanzada, no se ha determinado ningún patrón o antecedente familiar previo.
Un factor de riesgo para este tipo de Alzheimer es una proteína llamada apolipoproteína E (apoE), que todos tenemos porque ayuda a transportar el colesterol en la sangre.
En el gen de la "apoE" se han identificado tres formas que todavía no está muy claro cómo funcionan: una, parece proteger a una persona de la enfermedad de Alzheimer, otra puede ser que aumenta las probabilidades del desarrollo de la enfermedad y otros genes, parece que aumentan el riesgo de desarrollarla o que al contrario nos protegen contra ella.
Lo cierto es que todavía faltan estudios que permitan identificar claramente el origen y causas de esta enfermedad, por lo que se realizan investigaciones sobre educación, la dieta, el ambiente y los virus causantes de diversas enfermedades para investigar qué papel pueden desempeñar en el desarrollo de esta enfermedad.

SÍNTOMAS Y SIGNOS


El insomnio o cambio en el ritmo y horarios del sueño es un grave problema
La enfermedad de Alzheimer comienza y se desarrolla lentamente.
Al principio, el único síntoma puede ser el tener pequeños olvidos como sucesos y eventos recientes, actividades realizadas o los nombres de personas o cosas familiares o el realizar operaciones simples de matemáticas, que normalmente no son tan serias como para tomarlas en cuenta y considerarlas como señales de alarma.
Existen dos tipos de manifestaciones:
-Aquellos que sólo presentan pérdida de memoria y autonomía-
- Otros, que, aunado a lo anterior, presentan problemas de conducta que hacen más difícil su manejo.
La enfermedad suele comenzar con los siguientes síntomas:
- La persona afectada olvida las citas o no recuerda quién le visitó el día anterior ni lo que comió esa mañana, números de teléfono, cuentas del banco que antiguamente si recordaba.
- Problemas en la estructuración del lenguaje y del pensamiento.
-Trastornos de la marcha, al caminar.
-Trastornos afectivos, como depresión, labilidad afectiva, etc.
Después, se presentan dificultades para continuar con ciertas tareas y actividades que realizaba con frecuencia:
- Dificultad para realizar cálculos, para vestirse, nombrar cosas y otros.
- Pérdida total de la autonomía para actividades cotidianas: comer, vestirse.
Como síntomas Psicológicos y Conductuales se pueden presentar:
- Agitación.
- Agresividad.
- Alucinaciones.
- Comportamientos extraños como desinhibición.
- Depresión.
Sin embargo, mientras la enfermedad progresa, estos síntomas se presentan con mayor frecuencia y se acentúan tanto, que son motivo suficiente, para que la persona con la enfermedad de Alzheimer o los miembros de su familia, se preocupen y busquen ayuda médica.
Entre los principales síntomas y signos clínicos se encuentra la afasia, o trastornos del lenguaje, que ocasiona que el enfermo olvide el nombre de las cosas, personas o lugares y no lo pueda pronunciar. Poco a poco, su lenguaje es más pobre y las frases dejan de tener sentido, hasta que al final se pierde totalmente la capacidad de hablar.

La apraxia, es la dificultad para realizar gestos y actividades que son útiles y nos ayudan a comunicarnos. Entre ellas están el no poder dibujar o manejar instrumentos o utensilios de uso diario como cucharas, cuchillos, el vestirse o saludar o sonreír.
La agnosia es otro de los síntomas. Es la dificultad para reconocer o comprender el significado de lo que se ve, se toca, se escucha o se siente, lo que ocasiona una actitud de indiferencia, ignorancia o subvaloración ante cualquier problema y aunque al principio hay tensión, ansiedad o depresión ante los fallos, después hay una negación de los hechos y pronto se olvida el suceso.
También se presentan algunos cambios de personalidad y de conducta que al principio se manifiestan como ansiedad, depresión e irritabilidad. Personas que eran muy activas se vuelven apáticas y flojas y las que eran tranquilas, comienzan a estar inquietas, nerviosas y se mueven continuamente sin motivo alguno paseando por toda la casa, todo el tiempo.
Es frecuente también que el enfermo se vuelva muy desconfiado, por lo que esconde las cosas y más adelante puede presentarse agresividad y hostilidad hacia los familiares. El insomnio o cambio en el ritmo y horarios del sueño es un grave problema, ya que el enfermo se puede pasar las noches despierto y con gran resistencia a los medicamentos que se le puedan dar para dormir.
También se presenta una desorientación espacial, es decir, los enfermos no saben en dónde están, se pueden perder en la propia casa y no saben regresar.
Cuando la enfermedad está en etapa avanzada, se puede olvidar completamente la forma de realizar actividades sencillas, como el peinarse, amarrarse los zapatos, abrochar la ropa, abrir y cerrar un cajón o el cepillarse los dientes.
Conforme el mal avanza, las personas afectadas no pueden pensar claramente y empiezan a tener problemas para comunicarse, hablar, entender, leer o escribir.
En ocasiones, las personas con la enfermedad de Alzheimer pueden manifestarse ansiosas o agresivas, se pierden dentro y fuera de la y desconocen a todas las personas que los rodean. Esto hace que necesiten un cuidado permanente especial, para evitarles, sobre todo, algún accidente.
Al final suelen presentarse las mismas complicaciones que para otras demencias o enfermedades, el enfermo pierde la movilidad, tiene dificultades para comer, no entiende nada y generalmente muere a consecuencia de alguna complicación, como suele ser la neumonía.

Diagnóstico


Se deben descartar los problemas ocasionados por la presencia de tumores cerebrales
Un diagnóstico oportuno y adecuado de la enfermedad de Alzheimer es fundamental, no tanto porque se vaya a evitar el curso de la enfermedad, sino para poder disminuir los síntomas de la enfermedad y para que los familiares puedan ayudar a los enfermos a tener una mejor calidad de vida.
Además, la información de los exámenes realizados, ayuda para que el médico pueda descartar otras causas de los síntomas que también pueden coincidir con los de otras enfermedades, como son el “deterioro cognoscitivo leve”, provocado por los cambios en la memoria relacionados con el envejecimiento.
También se deben descartar los problemas ocasionados por la presencia de tumores cerebrales, la reacción a algunos medicamentos o elementos ambientales, problemas de la tiroides, depresión o enfermedades cerebro-vasculares.
Actualmente la única manera definitiva para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer con muy altas probabilidades de certeza, es investigando sobre la existencia de placas y enredos en el tejido cerebral, lo que se logra mediante:
- La historia médica, que incluye información sobre la salud general de la persona, el estilo de vida, enfermedades padecidas, medicamentos tomados y la identificación de síntomas o signos de alarma que la persona siente que tiene en el desarrollo de sus actividades diarias.
- Pruebas de laboratorio, como exámenes de sangre, de orina o de fluidos medulares.
- Exámenes psicológicos, para medir la capacidad de comunicación por medio del lenguaje, la memoria, la atención, la capacidad para contar y resolver problemas.
- Exámenes del cerebro mediante radiografías de cráneo, electroencefalogramas, gamma gramas, tomografías e imágenes con resonancia magnética.

TRATAMIENTO


Entre las terapias alternativas que pueden ayudarlos está la hidroterapia
Hasta hace algunos años, no se contaba con tratamientos especiales para la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, en la actualidad existen algunos medicamentos que pueden prevenir el empeoramiento de algunos síntomas al menos durante un tiempo limitado y durante las primeras fases de la enfermedad.
También hay otros medicamentos que pueden ayudar a controlar otro tipo de problemas que se presentan con la enfermedad de Alzheimer como son el insomnio, el deambular, la agitación o excitación, la ansiedad, la depresión, la psicosis, la agresividad o la fatiga.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que todos los medicamentos deben ser administrados y controlados por un médico especialista, ya que son muy fuertes y su consumo inadecuado puede traer otro tipo de complicaciones.
Para que los enfermos se sientan más cómodos se recomienda, tenerles mucha paciencia, hablarlos con cariño, no dejarlos solos y evitar cualquier situación que pueda ponerlos en riesgo o alterarlos, mantenerlos limpios y cómodos.
Entre las terapias alternativas que pueden ayudarlos está la hidroterapia, mediante baños con agua tibia en los momentos en que se encuentran alterados y la musicoterapia, ya que se ha comprobado que, aunque pierden la capacidad para cantar, no se pierde la de reconocer y recordar música que les ha sido grata durante su vida.
Otro aspecto que se ha visto que ayuda a algunos enfermos es ponerlos en contacto con algún perro o gato que sea dócil y permita que lo estén acariciando.
En las primeras etapas, se les pueden colocar carteles y recordatorios en lugares visibles, llevar una agenda, revisar fotografías para identificar personas o hechos gratos que hayan vivido.

Nutrición de los enfermos


La alimentación es fundamental para cualquier persona enferma
La alimentación es fundamental para cualquier persona enferma, por lo que muchos especialistas recomiendan dietas ricas en vitaminas A, C y E.
La vitamina A es necesaria para el desarrollo y conservación de los huesos, mejora la visión, mantiene la piel saludable, ayuda en el funcionamiento de todos los tejidos, previene enfermedades respiratorias y el cáncer.
Se encuentra en productos de origen animal como el pescado, el hígado y el queso y en todas las frutas y verduras, en especial en las zanahorias, espinacas, tomates, apio, melón, mangos, peras, sandía.
La vitamina C, es antioxidante, repara las células de los tejidos, de las encías, huesos y dientes. Previene enfermedades respiratorias, infecciones de cualquier tipo y cáncer, ayuda en la cicatrización de heridas.
Se adquiere por medio de las frutas y verduras frescas, como la coliflor, el tomate, el pimiento verde, el nabo, y en los cítricos como la naranja, limón, mandarina, etc.
La vitamina E, es antioxidante, alivia la fatiga, previene y disuelve coágulos sanguíneos, protege a los pulmones de contaminantes ambientales, ayuda den la cicatrización de quemaduras y previene calambres y anemia.
Proviene de los aceites de maíz, cártamo, ajonjolí, girasol y del aguacate, brócoli, espinacas, espárragos, manzanas, moras, plátanos, tomates, zanahorias, ciruelas y otros.




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