El Acompañante Terapéutico y la Relación con la Familia del Paciente.

La Familia como Obstáculo en el Tratamiento 

AT- Rosa María Albarracín

Provincia de Chaco

La familia, de ayer y de hoy

 La familia es un grupo de personas formado por individuos unidos, primordialmente, por relaciones de filiación o de pareja. El grupo familiar es la estructura social básica que se configura por el inter juego de roles diferenciados: padre, madre e hijo o sus sustitutos. 
El sujeto que enferma es el portavoz de las ansiedades y dificultades de su grupo familiar. El enfermo, el alienado, es él pero su enfermedad es la resultante de la interacción familiar, de la forma alienizante de relacionarse que existe en ese grupo. 
Las palabras y acciones del enfermo proporcionan elementos para descifrar y armar un rompecabezas del acontecer grupal que subyace y que no tiene posibilidades de emerger de otra manera. No hay tratamiento posible si no hay un pedido al respecto de alguien para alguien. Es cierto que a veces no es el mismo paciente el que pide un tratamiento, a veces es la familia, un amigo o pareja. 
Si el paciente ya se encuentra en tratamiento serán el psiquiatra o el psicoanalista quienes puedan considerar la inclusión del recurso de acompañamiento terapéutico para sostener al paciente en su cotidianeidad en un momento crucial del tratamiento. La demanda está determinada transferencialmente y es el recurso esencial y único con que contamos para realizar una oferta de tratamiento o acompañamiento. No hay estrategia posible ni tratamiento que no se base en éstos recursos transferenciales del paciente por mínimos que sean, todo tratamiento apuntará a la optimización de los mismos. 
La transferencia no es exclusiva de la relación terapeuta- paciente, se da en mayor o menor medida cada vez que un sujeto se encuentra con otro. La transferencia es la herramienta fundamental en el trabajo cotidiano de un acompañante terapéutico, es el falso enlace que se produce entre el acompañado y el que acompaña. 

Las personas establecen en sus relaciones actuales con los otros transferencias de afectos en relación a situaciones pasadas que obedecen a la matriz fundamental de relaciones que constituyeron al sujeto a partir de su particular atravezamiento del complejo de Edipo y el complejo de castración y que se basan en las identificaciones que el sujeto realiza con sus figuras parentales en sus primeros años de vida. 
El acompañamiento terapéutico va a cobrar operancia en esas series psíquicas, simbólicas y transferenciales que el sujeto realiza. Así se consigue reactualizar, en la relación que el paciente establece con el A.T situaciones traumáticas que por obra de la represión y de las defensas no pueden ser recordadas desde la voluntad consciente de la persona. El modo especial del vínculo transferencial va a ir definiendo los distintos roles que el A.T va a desempeñar según el caso y según los momentos particulares que éste atraviese, dentro del contexto general del abordaje terapéutico pautado o indicado. 
El A.T será el destinatario de múltiples relaciones transferenciales, no solo desde el paciente, sino también desde otros lugares y miembros implicados de modos distintos dentro del proceso general del abordaje (familia, terapeutas, institución, etc.) El A.T trabaja siempre dentro de un equipo terapéutico, éste es el espacio donde también se reciben y se gestan relaciones transferenciales en el atravezamiento e interrelaciones que el equipo o alguno de sus miembros en distintos momentos adquiera con otros ámbitos. 
El equipo se encontrará frente al análisis de lo contra transferencial, que se establece también entre todas éstas tramas de relaciones y ocupará un espacio de terceridad que será un espacio de mediación o de posibilidad de mediación simbólica. 
La coordinación y la supervisión son referentes externos del trabajo cotidiano en los tratamientos, abordajes y estrategias múltiples, que permiten realizar un trabajo más esclarecido y responsable dentro de las múltiples variables que se presentan. El trabajo en equipo nos va a brindar herramientas específicamente técnicas de las cuales podemos servirnos en el momento que sea necesario responder a necesidades específicas desde el punto de vista técnico-práctico. 
La coordinación es el lugar de fusión y fisión de las angustias y efectos transferenciales y contra transferenciales que se presentan en cada momento en éste tipo de trabajo. Da forma de equipo a lo que comienza siendo la agrupación de múltiples prácticas de acompañamiento con diferentes estilos y modos donde la determinación de la urgencia, la cotidianeidad y la emergencia de lo no esperado define idiosincrasias en cada guardia o acompañamiento en términos singulares. La coordinación implica encuentros y reuniones, ya que la construcción de un equipo implica un trabajo del grupo sobre sí mismo, un trabajo que siempre va a tender entre la fragmentación de individualidades y la ilusión grupal. La eficacia del trabajo está ubicada cuando el conjunto de personas que trabajan bajo el mismo objetivo general logran sostenerse dinámicamente entre esos dos polos. La supervisión sobrepone a una persona particular o función, será esa otra visión que se logrará a través de la dinámica del trabajo en equipo en otro nivel de terceridad. No es el coordinador o el supervisor quienes dicen qué hacer, siempre es el equipo el único que puede hacerlo, pero necesita diferentes ámbitos de referencia dinámicos según las variables a trabajar. El trabajo en equipo nos habilita para trabajar todas las instancias conflictivas, incluso las que se generan en el ámbito de la coordinación, de la institución, la supervisión clínica, etc. Este tipo de trabajos merece contratos institucionales que garanticen las condiciones mínimas que habiliten la posibilidad de confrontación. La dinámica del trabajo es el ámbito de discernimiento óptimo de los recursos que serán empleados según las particularidades de cada caso y las singulares circunstancias que se atraviesan. 
Los logros u obstáculos que se obtengan serán el resultado de los efectos que las múltiples dinámicas lleven a cabo como equipo y en relación mutua con otros. 

CONCLUSIONES

 El acompañante terapéutico sostendrá a un sujeto en sus actividades diarias. Su función no puede estereotiparse o recortarse, se irá confeccionando y armando en situación con la posibilidad de diseñar una táctica propia que se sostendrá en la práctica a partir de las reuniones entre acompañantes terapéuticos, la orientación que dé el analista y las supervisiones. 
El acompañante terapéutico apunta a un encuentro en situación con el paciente para que éste como sujeto pueda empezar a aparecer, ayudando a que con sus recursos pueda sortear sus dificultades o pueda hacer lo que su estructura le permita. 

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