Acompañantes Terapéutico su Trabajo con Pacientes con ALZHEIMER
Actividades adaptadas para los ATs
AT- Romina Lujan de Rosario Santa Fe.
Compartir actividades con un Paciente de Alzheimer no equivale a ocuparlo por ocuparlo, ni a reeducarlo. Se trata más bien de dedicarle un tiempo prudencial a la intención de generarle un momento placentero.
No puede hacerse demasiado sin su adhesión y participación. Por eso las actividades elegidas deben retomar gustos y preferencias personales, así como evitar fracasos y dificultades. Por otra parte, es igualmente importante que el acompañante también disfrute de la iniciativa y entonces pueda “contagiarle” motivación al enfermo.
La evolución de la patología hace que las actividades dejen de ser realizables en el tiempo. Por eso las propuestas deben simplificarse a medida que las discapacidades aumentan.
Actividades cotidianas
Encomendar tareas sencillas sirve para que el enfermo siga participando de la vida cotidiana. Alentemos y valoremos cada acción, haciendo que la persona se sienta útil.
Por ejemplo, podemos pedirle que ordene los cubiertos lavados o que doble la ropa planchada. Estas ocupaciones cumplen su cometido siempre y cuando las simplifiquemos.
Vida social y salidas al aire libre
El enfermo de Alzheimer sabe apreciar los momentos tranquilos y ritualizados de la vida social como el café después de la comida, el té antes de acostarse, la visita regular de un ser querido, las salidas en grupo o en familia, incluso el ejercicio físico al aire libre.
Un paseo provoca estímulos agradables. Aprovechémoslo para invitar a oler y a tocar las flores, el pasto, las hojas que recogemos en una plaza o parque.
Actividades de la memoria
Así como les cuesta recordar hechos recientes, los enfermos de Alzheimer conservan durante más tiempo los viejos recuerdos que les son gratos. Cuando logran evocarlos en un contexto tranquilo, recuperan su identidad en cierta medida.
Para eso podemos leer un diario o un libro y comentar los textos relacionados con los temas que le interesan al paciente. También podemos recurrir a los álbumes de fotos o a objetos con algún valor sentimental para apelar a ese pasado todavía presente.
En general, las poesías, las canciones, los cuentos, los proverbios aprendidos durante la niñez y la adolescencia también permanecen accesibles a la memoria durante un buen tiempo. Basta con citar un verso, una estrofa, una frase para despertar el recuerdo.
Otra propuesta consiste en retomar los juegos que solían entretener a la persona (scrabble, lotería, damas, cartas), e invitarla a jugar con las reglas simplificadas.
Actividades creativas
El interés de estas actividades consiste en estimular las capacidades de motricidad, destreza y creatividad, y en trabajar la percepción de sensaciones táctiles y olfativas ligadas al uso de materiales (madera, tela, lana, etc).
A través de distintos soportes, se trata de acompañar al enfermo en la confección de objetos que sirvan para decorar la casa (adornos para la mesa o para el arbolito de Navidad) o para regalar. No hay que empecinarse en hacer algo “útil” o “lindo” a cualquier precio; una vez más lo fundamental es que el ejercicio resulte placentero.
La importancia del descanso
La realización de todas estas tareas demanda mucha energía y disponibilidad por parte del cuidador. Por lo tanto, no podrá hacerse todos los días. La cantidad de horas/minutos acordados a las actividades difiere según los intereses y necesidades del enfermo, y la etapa de la enfermedad que esté atravesando. El tiempo de descanso es igualmente necesario: aceptemos entonces los momentos donde no se hace nada, y donde la ternura y a veces el silencio constituyen otra forma de (re)encuentro.
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