Actitudes y Conductas Inadecuadas del Acompañante Terapéutico
Por Gustavo Juan Pérez Zabatta
Actitudes y Conductas Inadecuadas del Acompañante Terapéutico
Entre las actitudes y conductas inadecuadas del AT, podemos considerar:
1.- Desestimar o menospreciar la relación vincular.
Por ejemplo, observando y señalando de mala manera el estilo comunicativo del paciente o de su entorno familiar, considerar de manera incorrecta el feedback a nuestras intervenciones y señalamientos con el paciente, desconsiderar nuestras reacciones emocionales frente al trabajo, el paciente y su familia (contratransferencia), desatender los aspectos emocionales de la comunicación, no tener en cuenta los tonos de vos, las palabras utilizadas, las reacciones gestuales que acompañan a los dichos.
2.- Posición tecnicista y precavida del AT en exceso.
Poniendo el foco en los aspectos técnicos y en las técnicas de intervención, perdiendo de vista una visión integral del dispositivo terapéutico y, en función de quien ese dispositivo se ha implementado.
3.- Adoptar una posición simplista.
Poniendo el foco en la detección y modificación sólo de algunos comportamientos, cuando en realidad se trata también de detectar y modificar creencias personales. No tomar en cuenta la singularidad del paciente, su historia, su experiencia de vida.
4.- Adoptar una posición demasiado didáctica e interpretativa.
El AT debe realizar cierta renuncia narcisista. No puede anteponer sus necesidades a las necesidades del paciente. Debe aprender a ceder y centrar el foco en las estrategias y tácticas de intervención al paciente. Informar, contribuir al aprendizaje, no significa subestimar al paciente. El AT acompaña, no impone.
5.- Responder y reaccionar negativamente.
Evitar responder y reaccionar negativamente frente a las conductas y comportamientos del paciente. Evitar ridiculizarlo, infantilizarlo. El AT debe ofrecerle al paciente, la seguridad y la contención necesaria. Trabajar sus reacciones, informando de las mismas y co-pensando junto al Equipo Terapéutico, nuevas alternativas de intervención frente a la demanda de las reacciones y respuestas del paciente al tratamiento. Comprender al paciente es dejar de lado los propios prejuicios, trabajarlos y estar a la altura de las circunstancias que el paciente requiere.
6.- Aceptar al insight intelectual como signo de progreso.
Debemos verificar en los hechos, basarnos en las evidencias, para saber positivamente que el paciente nos comprende y nos entiende. Evitar estereotipar y rigidizar al paciente, estigmatizándolo.
7.- Actitud pesimista ante la persona.
El AT debe tratar de tener siempre una actitud proactiva hacia el paciente, pero también hacia sí mismo. Un mensaje optimista, esperanzador, debe privilegiarse frente a las dificultades del tratamiento que siempre las hay y las va a haber.
8.- Baja tolerancia a la frustración.
El AT debe estar formado, entrenado y capacitado para tolerar la frustración. La frustración siempre aparece en todo tratamiento. Es inevitable. Y debe encontrar al AT en las mejores condiciones para poder enfrentarla y realizar el salto cualitativo que se espera de un profesional de la salud, en función de contribuir al tratamiento y a la rehabilitación del paciente. No estar atado a dogmas, sistemas de creencias y / o prejuicios que rigidizan los tratamientos y estereotipan al paciente.
9.- Actitud no orientada a resolver problemas.
El AT siempre debe orientar sus intervenciones a resolver los problemas del paciente. Buscar alternativas. Ser creativo. Ser flexible. Apostar siempre a los recursos y no quedar centrado en la patología. Trabajar a favor de la pulsión de vida, nunca a favor de la pulsión de muerte.
10.- No explorar los intentos de terminación prematura de la relación.
Un tratamiento concluye, sólo cuando se ha certificado fehacientemente que el paciente se encuentra rehabilitado y condiciones autónomas de por sí solo enfrentar los avatares de la vida. De lo contrario, pueden quedar anudadas cuestiones que no se han trabajado debidamente, pudiendo ser factores a futuro de nueva predisposición a problemáticas en el paciente.
11.- No diferenciar problemas primarios y secundarios.
En este sentido, es muy importante la planificación del trabajo, cotidiano, a mediano plazo y a largo plazo, en base a los resultados y, estar dispuesto, de manera dinámica a realizar todas las modificaciones que sean necesarias en virtud de optimizar el tratamiento.
12.- Trabajar en un nivel para en el que la persona no tiene aún habilidad.
El AT debe contribuir a la autonomía del paciente. Para esto es fundamental que sólo realice aquellas actividades que exclusivamente representan una dificultad real al paciente y no ir más allá. Si avanzamos, produciremos el efecto contrario que es, deteriorar la autonomía del paciente y su independencia.