El sexto sentido
Por AT Alejandro N. Ramírez
Las preguntas más frecuentes que
solemos oír son ¿Qué hace un AT? ¿Para qué sirve? ¿Eso se estudia?
Es importante que antes de
responderle al común de las personas, podamos respondernos a nosotros mismos
cual es el rol del acompañante y porque decidimos emprendernos en esta
profesión. Hacer un viaje interno nos puede ayudar a reflexionar el autentico
“porque” de la cuestión, de donde proviene ese llamado de ayudar y asistir al
otro, empezar a filosofar ¿Qué es el otro?
Si no contemplamos a este OTRO o su
otredad es imposible embarcarse en este viaje repleto de satisfacciones pero
así también lleno de responsabilidades y cuidados.
Cuando hablamos de un “sexto sentido”
nos referimos a esa hipersensibilidad que debe nacerle al A.T al pensar en ese
otro, pero que no debe quedarse solo en ese nacimiento, debe desarrollarse y
ponerse al servicio de la causa. Debe ser una herramienta fundamental y
cotidiana para trabajar de manera humana y profesional a la vez. No debemos
perecer de ella porque nuestro trabajo jamás será igual al de otra persona,
nosotros estamos en el frente de batalla poniendo el cuerpo a nuestros
pacientes, siendo en muchas ocasiones sostén emocional de familias desbordadas,
tolerando la inoperancia de obras sociales o agentes externos que lucran con
nuestra labor. Ese sexto sentido nos da la identidad y la empatía que tanto nos
caracteriza y nos hace agentes de salud.
Potenciar pacientes, allanar caminos,
acompañar procesos, ser agentes de cambios son solo algunos de los deberes que
emprendemos a diario sin aun ser reconocidos como trabajadores de la salud,
acto por el cual, muchos compañeros se desaniman y eligen, más allá de su
vocación, abandonar la profesión envueltos en frustraciones y desanimo.
Trabajar en al ámbito de la
discapacidad no es sencillo puesto que no estamos inmersos en una sociedad que
los visibilice de manera igualitaria y respetando sus derechos, debemos
trabajar de manera íntegra para que cada rampa sea liberada, para que cada
entidad pública tenga su correspondiente acceso, para que el lenguaje de señas
avance por los pasillos de nuestras escuelas, para que el Braille y los
pictogramas estén presentes cada vez en más lugares, para que los integradores
escolares puedan trabajar de manera fluida y digna con sus acompañados en un
ámbito lectivo sin ser devorados por la burocracia escolar o por obras sociales
mal predispuestas. Todas las personas con discapacidad tienen
los mismos derechos que vos, que yo, que cualquiera y eso es ley y
tenemos que ayudar a que se respete.
Nuestros acompañados confían en
nosotros, en nuestro sexto sentido y criterio, para poder manejar las situaciones
de acompañamiento de manera optima y productiva, no hacemos milagros,
acompañamos y alentamos procesos de cambios saludables y beneficiosos.
Ser AT es ser el otro, vivir por el
otro, ayudar al otro, llorar con el otro y saber festejar con el otro. Es poder
reflejarnos en esa mirada y que tu paciente sienta que estas, que lo sostenes,
que lo comprendes y lo valoras. Ser AT no es improvisar, no es amistar, no es
encandilar; es la responsabilidad diaria, es un correcto plan de trabajo, es un
ADV (actividades de la vida diaria) basado en cambios lentos pero firmes, es
presencia, es respeto, depende de nosotros dignificar nuestro rol y demostrar
profesionalismo.
Ser AT es amor.
Así que cuando alguien les pregunte qué
es ser AT, alcen la vista, pónganse firmes, afirmen la voz y contesten que ser
AT es una profesión hermosa basada en el respeto y amor al paciente, respetando
su otredad, trabajando en la diversidad y desarrollando constantemente un SEXTO
SENTIDO.
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