Responsabilidad Profesional del Acompañante Terapéutico


Responsabilidad Profesional del Acompañante Terapéutico



AT Yanina P. González


        El sistema de salud en Argentina fue creciendo, fue cambiando y es así que podemos observar que en otros escenarios se reflejan las transformaciones, mientras que en la práctica del Acompañante Terapéutico, hasta hoy existen escenas similares a las que sucedían en los comienzos de la incorporación del profesional en diferentes tratamientos: si pudiéramos hacer una comparación a través del tiempo de distintos Acompañamientos Terapéuticos, observaremos que no hay un gran cambio significativo ya que en su ejercicio se mantiene su formato tradicional. Y esto nos lleva a reflexionar sobre las propias intervenciones, replantearnos la posibilidad de una nueva mirada en el andamiaje, con una posición crítica, una nueva mirada filosófica del ser humano y su cotidianidad y solo de esta manera podremos colocarnos en ese camino de formación continua.

En la trayectoria de estudiante de las diferentes formaciones en AT que realicé en la provincia de Buenos Aires, tuve profesores competentes en áreas como Psicología (psicoanálisis generalmente), Psiquiatría, Biología, hasta tuve profesores de Historia que en sus horas se dedicaban a dictarnos todo lo que podían, o brindaban contenidos teóricos sin explicación alguna, ni relación específica con el ejercicio profesional del AT... y llegado el momento de la evaluación de los contenidos era la reproducción de los mismos en forma oral u escrita una memorización mecánica de la bibliografía brindada, y de acuerdo a lo que te acordabas o de qué manera lo redactabas (sin criticarlo constructivamente y con fundamentos...) era la nota; convirtiéndose así la educación en una medida de control, comprobando el aprendizaje para otorgar una calificación que solo indicaba qué es lo que sabíamos como estudiantes, y nunca de qué forma lo sabíamos, por qué lo sabemos, para qué nos iba a servir, qué no sabemos o por qué no lo sabemos…

Para tomar un nuevo rumbo de libertad, debemos tomar un nuevo posicionamiento epistemológico enfocado en nuestro ejercicio profesional desde posiciones críticas y progresistas, dejando de lado las creencias y prácticas con las que fuimos formados, y esta reflexión debe ser continua. Freire cita: “El aprendizaje del educador, al enseñar, no se da necesariamente a través de la rectificación de los errores que comete el aprendiz. El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida que éste, humilde y abierto, se encuentre permanentemente disponible para repensar lo pensado, para revisar su posición”... y realizando un freno en la vorágine del día a día, las acciones pedagógicas en la formación del AT, como la mayoría de las acciones


 sociales se realizan sin pensar lo que hacemos, cómo lo hacemos... simplemente lo hacemos de una forma mas o menos automatizada, encontrándonos en las primeras intervenciones luego de recibirnos sin siquiera saber qué es un plan de trabajo, o incumpliendo cuestiones éticas de co visión e incluso realizando malas praxis para con los acompañados. Nos limitamos a actuar, y esta dinámica va a ser reproducida por el estudiante, perdiendo de vista, en muchas ocasiones, el objetivo principal por el que deciden formarse para ejercer como Acompañantes Terapéuticos.

Es por esto que como profesionales formados o en formación, tenemos la posibilidad de re significar el ejercicio, considerando así intervenir en espacios de docencia (entre otros) para acompañar el proceso de aprendizaje junto a futuros colegas, desde la idoneidad, desde la experiencia empírica, desde la co visión realizada con responsabilidad, desde la crítica en nuestras propias formaciones y capacitaciones... para así poder dar respuesta a las preguntas que siempre nos hacemos:
¿Elegimos seguir ejerciendo bajo la sombra de otras profesiones? ¿realmente pensamos nuestro hacer?



¿Decidimos realizar nuestra praxis únicamente interviniendo con personas en situación de vulnerabilidad sin considerar espacios de investigación, co visión/supervisión, asesoramiento, docencia, talleres, etc. sólo porque un pequeño grupo de formadores con una mirada más conservadora e intenciones monopolizadoras, lucrativas y totalmente fuera de contexto lo predican desde el ego y el poder hace muchísimos años?

¿Decidimos permitir que personas competentes en áreas que no son las del AT mezclen incumbencias ejerciendo Acompañamiento Terapéutico sin siquiera formarse, sólo porque “su carrera los habilita”?

En resumen... ¿Hacia dónde va el Acompañamiento Terapéutico en Argentina?
Desde mi lugar, siempre fomento la continua formación desde diferentes miradas, la crítica constructiva con fundamentos a vieja bibliografía otorgada por los espacios de formación (que ni siquiera es escrita por ATs, o fueron ATs en el Siglo pasado...), a la co visión/supervisión constante grupal o individualmente, estemos o no trabajando... a derribar todo obstáculo que nos quiera encasillar nuevamente en roles asistencialistas o mecánicos y por sobre todas las cosas a animarse a concebirnos como profesionales de la salud, y ejercer como tales en el amplio abanico que nos ofrece nuestro hermoso país y su burocrático sistema de salud.



Es imprescindible asumir este desafío, que nos exigirá una búsqueda de coherencia entre lo que estudiamos, creemos, decimos y lo que realmente hacemos con todo esto. Freire dice que no se puede ser coherente las 24 hs del día... pero si la intencionalidad ética de ser coherentes está ausente, el edificio de la praxis educativa se derrumba.... aplíquese también al Acompañamiento Terapéutico.
Rompamos cadenas y hagamos la revolución.
Es momento.

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