Acompañamiento Terapéutico y el sistema de salud en Argentina

Acompañamiento Terapéutico y el sistema de salud en Argentina

Autora: YANINA GONZALEZ - AT - Pcia de Buenos Aires, Tandil


En los últimos tiempos el sistema de salud en Argentina ha experimentado crecientes contradicciones por el surgimiento de abordajes terapéuticos contemporáneos, pero puntualmente me gustaría hacer hincapié en el Acompañamiento Terapéutico (AT) como profesión y corriéndome de la concepción de “dispositivo” o “herramienta”.


    En toda esta situación han aparecido algunos hechos que considero vale la pena examinar, como por ejemplo la falta de regulación del ejercicio profesional, el poco empoderamiento del colectivo AT para poder defender sus incumbencias, honorarios, rol y función dentro del ejercicio, la sombra que se produce desde el Sistema de Salud y profesiones más antiguas para con el AT, el vacío en contenidos o contenidos tergiversados que se ofrecen desde las formaciones profesionales propuestas por las diferentes instituciones vigentes y por último y no por eso menos importante, la poca capacitación promovida socioculturalmente para que el AT ingrese al ejercicio en otros ámbitos que no sea sólo el acompañamiento a una persona en situación de vulnerabilidad.




               En primer lugar, las currículas de las universidades y las incumbencias profesionales están sujetas al vaivén de intereses políticos, culturales y sociales; la misma carrera de psicología tuvo que presionar durante varios años para salir de la esfera médica y obtener autonomía profesional avalada legalmente. Por ese mismo motivo, las currículas de las instituciones educativas no son uniformes sino que cambian según el cuerpo docente y los intereses de turno: por ejemplo, algunas instituciones proponen una orientación psicoanalítica, otras más integral y así también están los espacios de formación donde, desde la ignorancia del rol del AT, se establece como función el asistencialismo sin objetivos terapéuticos, o el ejercicio sólo con personas en situación de vulnerabilidad obviando que también es posible supervisar casos, coordinar grupos, docencia, investigación, etc. Sujetar la legitimidad de la práctica del Acompañamiento Terapéutico a estos vaivenes es arriesgado: nada impide que dentro de algunos años la formación como AT obtenga incumbencias profesionales similares a las del psicólogo, o que una universidad decida incluir la Licenciatura/formación de grado para el AT. Las leyes cambian, las prácticas culturales cambian, y cuando eso pase, los argumentos que se están usando desde el Sistema de Salud y otras profesiones van a ser polvo en el viento. El argumento de las Obras Sociales, instituciones u otros profesionales de la salud y educación en donde se solicita al AT que además de haberse formado como tal tenga un “título de base” para ejercer, o solicitar psicopedagogos, kinesiólogos, licenciados en psicología, profesores de Educación Física para cumplir el rol y función del AT, va a caer irremediablemente.

En segundo lugar es un mal argumento porque refleja un espíritu corporativo poco loable; no se prioriza la atención de la salud, no se prioriza a la persona en situación de vulnerabilidad que busca promover su propio proceso resiliente, sino que se prioriza “cuidar un espacio”: se establece que el AT debe tener un título de base, entendiendo por un lado la liviandad de la formación profesional, y por otro lado otros profesionales se adjudican el ejercicio profesional como AT porque “nuestras incumbencias nos dan uso de esta práctica y nuestras formaciones contemplan la intervención desde este dispositivo” o “tuvimos una materia cuatrimestral sobre Acompañamiento Terapéutico y eso nos permite ejercer”. Choca bastante con mis valores pensar que una persona en situación de vulnerabilidad no debiera acceder a tal o cual abordaje terapéutico o AT profesional que sea, sólo porque una Obra Social/Prepaga lo estipula o por una sub-estima al profesional formado y capacitado como tal.

A modo de reflexión final, pienso en por qué están sucediendo estas cosas o por qué las habilitamos desde el plexo AT. ¿Qué tan funcional le es a este sistema la falta de regulación del ejercicio profesional y el mantenimiento de sus intervenciones bajo la sombra de otros profesionales?


Se podría pensar que siempre hay luchas por el poder, guerras de ego y autoestima, prácticas que intentan apropiarse de otros espacios, etc.


Me gusta mirar hacia adentro y hacer un mea culpa por una vez, en lugar de victimizarnos colectivamente como sucede siempre. Quizá el motivo por el cual estas situaciones se habilitan es porque el sistema de salud junto con toda su burocracia no da una respuesta considerablemente preferible a estas problemáticas: porque la vulnerabilidad no sólo puede estar en una persona, sino claramente también en nuestra profesión como AT.
Quizá también las personas no distinguen entre Psicopedagogo, profesor de Educación Física, Docente Especial porque el AT no ofrece nada que se pueda percibir como más eficaz. Durante muchos años el AT en Argentina se distanció de todo criterio de eficacia. La misma palabra “eficacia”, es suficiente para ganarse miradas de espanto por parte de algunos colegas.

          Si lo que ofrecemos como profesionales de la salud no genera un cambio palpable, si no nos posicionamos empoderándonos académica y profesionalmente, las personas van a recurrir a otros recursos y el Acompañamiento Terapéutico quedará estancado en el viejo paradigma donde realizaba asistencialismo sin contemplar un objetivo terapéutico en dicha intervención.

Creo que la mejor respuesta que podemos ofrecer es hacer que lo que brindemos sea mejor, más eficaz, independientemente de la burocracia que propone el sistema
en nuestro país, independientemente de si se regula la profesión o no, es independientemente de estar mirando lo que otras prácticas hacen o dejan de hacer. Ofrecer lo más adecuado a la calidad de vida. Y sobre todo, escuchar y accionar con congruencia… porque el Acompañamiento Terapéutico se siente en el correr de la sangre, y el pilar fundamental para sentirlo es entender que el otro es justamente otro con todas sus posibilidades. Ver y sentir eso como lo real, nos ayudará a posicionarnos objetivamente y es ahí donde vamos a poder utilizar al sistema a nuestro favor. Si lo hacemos desde el ego, seguiremos marcha atrás.
El avance está en nosotros, y considero importantísimo hacernos cargo de la responsabilidad profesional que tenemos como tales para poder hacer un aporte productivo a este sistema de salud.

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